En los últimos años, distintos profesionales e instituciones médicas han comenzado a hablar de un fenómeno que, aunque menos visible, tiene efectos reales sobre la salud de las personas: el sobrediagnóstico.
Este concepto no solo incluye la detección de enfermedades que probablemente nunca causarían síntomas o complicaciones, sino también la medicalización de situaciones normales de la vida. Es decir, transformar en patología lo que forma parte del espectro habitual de la experiencia humana o ampliar innecesariamente las definiciones de enfermedades o factores de riesgo.
¿Qué consecuencias puede tener?
Cuando se actúa «de más», el paciente puede verse atrapado en una cascada de estudios y tratamientos que no siempre son necesarios y que pueden generar:
- Estrés emocional y ansiedad.
- Impacto en la vida laboral y familiar.
- Complicaciones físicas por procedimientos invasivos.
- Costos innecesarios tanto para el paciente como para el sistema de salud.
Por eso, es fundamental recordar uno de los principios básicos de la práctica médica: “primero, no dañar”.
¿Cómo evitar caer en el sobrediagnóstico?
Compartimos algunas herramientas confiables para tomar decisiones más informadas:
- @choosingwiselyarg: Iniciativa global que promueve elecciones médicas sabias y basadas en evidencia.
- Banco de recursos del @msalnacion: Información actualizada del Ministerio de Salud de la Nación.
- www.uspreventiveservicestaskforce.org: Recomendaciones independientes sobre prevención y tamizaje.
Como médica generalista y familiar, creo firmemente en el valor de la medicina preventiva, pero también en la importancia de no caer en excesos. Es fundamental individualizar cada caso, escuchar al paciente y evitar decisiones automáticas, incluso cuando se trata de recomendaciones generales.
La prevención no debe jamás transformarse en una fuente de daño.
